Hace unas semanas estuve en San Francisco y tomé un taxi… sin conductor. Fue emocionante subir a un auto que se manejaba solo, como salido de una película de ciencia ficción. Pero mientras el vehículo avanzaba por las calles, no pude evitar pensar: ¿cuántos trabajos ya están siendo reemplazados y cuántos más lo serán en los próximos años?
El mundo entero está con temor frente a la inteligencia artificial. Y no es para menos. Según pensadores futuristas como Zack Kass, pronto experimentaremos una crisis de identidad global. ¿La razón? Durante siglos hemos construido nuestro valor en lo que hacemos. Hoy la mayoría de las personas se presentan diciendo: “Soy médico”, “Soy ingeniero”, “Soy emprendedor”. Nuestro conocimiento y profesión nos dan estatus, propósito y sentido de pertenencia.
Pero, ¿qué ocurrirá cuando el conocimiento esté a un simple prompt de distancia? ¿Qué pasará cuando una máquina pueda responder con precisión lo que antes solo un experto sabía? En un mundo donde ya no vale “el que sabe” porque todo el saber humano está a un clic, muchos sentirán que pierden relevancia. Y con ello, identidad.
Identidad frágil vs. Identidad eterna
Aquí está la raíz del problema: si tu identidad está construida sobre tus logros, profesión o conocimiento, tarde o temprano sentirás vacío. Porque esas cosas pueden cambiar, fallar o incluso ser reemplazadas. Y cuando desaparecen, llega la depresión, la ansiedad, el “ya no sirvo para nada”.
El apóstol Pablo nos recuerda en Efesios 2:10:
"Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Nuestra identidad no depende de nuestra ocupación, sino de nuestra posición: somos hijos de Dios en Cristo. Y nuestro propósito no se mide por el título en la tarjeta de presentación, sino por las obras que Dios ya diseñó para nosotros.
La IA puede reemplazar tu profesión, pero no tu propósito
Este es el gran contraste:
La IA puede quitarte un rol laboral, pero nunca podrá reemplazar las buenas obras que Dios trazó especialmente para ti.
La IA puede responder preguntas de todas las materias, pero nunca podrá amar, servir y reflejar a Cristo como tú lo harías.
La IA puede optimizar tareas, pero no puede vivir la misión que Dios te dio en este mundo.
Por eso, el cristiano vive seguro. Con IA o sin IA, siempre hay un camino preparado por Dios.
Una invitación práctica
La pregunta entonces no es: ¿me reemplazará la IA?
La verdadera pregunta es: ¿estoy caminando en las obras que Dios ya preparó para mí?
Cada día puedes presentarte en oración y preguntar:
“Señor, ¿qué obras has preparado hoy para mí? ¿Dónde quieres que sirva, a quién quieres que ame, qué decisión debo tomar?”
Su Palabra dice: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni mis caminos vuestros caminos” (Isaías 55:8). Eso significa que aunque tu profesión cambie, aunque tu industria se transforme, aunque tu rol laboral desaparezca, tu propósito permanece intacto en Cristo.
Así que descansa en esta verdad: eres hechura suya, creado en Cristo Jesús, y hay buenas obras esperando por ti.
Y si hoy me lees y todavía no has encontrado tu identidad en Cristo, quiero decirte algo: no la busques en tu trabajo, en tus logros ni en lo que la sociedad valora. Todo eso es frágil y pasajero. Tu verdadera identidad y propósito están en Aquel que te creó y te amó hasta la cruz.
Cristo te invita a una vida nueva, a dejar de definirte por lo que haces y empezar a vivir desde lo que Él ya hizo por ti. En Él puedes encontrar una seguridad que ninguna crisis tecnológica, ninguna inteligencia artificial, y ningún cambio en la economía podrá quitarte.
La pregunta es: ¿estás listo para caminar en las buenas obras que Dios ya preparó para ti?